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| Capítulo 24: 1 - Oh Señor, padre y dueño de mi vida, no me abandones al capricho de mis labios, no permitas que por ellos caiga. 2 - ¿Quién aplicará el látigo a mis pensamientos, y a mi corazón la disciplina de la sabiduría, para que no se perdonen mis errores, ni pasen por alto mis pecados? 3 - No sea que mis yerros aumenten, y que abunden mis pecados, que caiga yo ante mis adversarios, y de mí se ría mi enemigo. 4 - Señor, padre y Dios de mi vida, no me des altanería de ojos, 5 - aparta de mí la pasión. 6 - Que el apetito sensual y la lujuria no se apoderen de mí, no me entregues al deseo impúdico. 7 - La instrucción de mi boca escuchad, hijos, el que la guarda no caerá en el lazo. 8 - Por sus labios es atrapado el pecador, el maldiciente, el altanero, caen por ellos. 9 - Al juramento no acostumbres tu boca, no te habitúes a nombrar al Santo. 10 - Porque, igual que un criado vigilado de continuo no quedará libre de golpes, así el que jura y toma el Nombre a todas horas no se verá limpio de pecado. 11 - Hombre muy jurador, lleno está de iniquidad, y no se apartará de su casa el látigo. Si se descuida, su pecado cae sobre él, si pasa por alto el juramento, doble es su pecado; y si jura en falso, no será justificado, que su casa se llenará de adversidades. 12 - Hay un lenguaje que equivale a la muerte, ¡que no se halle en la heredad de Jacob! Pues los piadosos rechazan todo esto, y en los pecados no se revuelcan. 13 - A la baja grosería no habitúes tu boca, porque hay en ella palabra de pecado. 14 - Acuérdate de tu padre y de tu madre, cuanto te sientes en medio de los grandes, no sea que te olvides ante ellos, como un necio te conduzcas, y llegues a desear no haber nacido y a maldecir el día de tu nacimiento. 15 - El hombre habituado a palabras ultrajantes no se corregirá en toda su existencia. 16 - Dos clases de gente multiplican los pecados, y la tercera atrae la ira: 17 - El alma ardiente como fuego encendido, no se apagará hasta consumirse; el hombre impúdico en su cuerpo carnal: no cejará hasta que el fuego le abrase; para el hombre impúdico todo pan es dulce, no descansará hasta haber muerto. 18 - El hombre que su propio lecho viola y que dice para sí: "¿Quién me ve?; la oscuridad me envuelve, las paredes me encubren, nadie me ve, ¿qué he de temer?; el Altísimo no se acordará de mis pecados", 19 - lo que teme son los ojos de los hombres; no sabe que los ojos del Señor son diez mil veces más brillantes que el sol, que observan todos los caminos de los hombres y penetran los rincones más ocultos. 20 - Antes de ser creadas, todas las cosas le eran conocidas, y todavía lo son después de acabadas. 21 - En las plazas de la ciudad será éste castigado, será apresado donde menos lo esperaba. 22 - Así también la mujer que ha sido infiel a su marido y le ha dado de otro un heredero. 23 - Primero, ha desobedecido a la ley del Altísimo, segundo, ha faltado a su marido, tercero, ha cometido adulterio y de otro hombre le ha dado hijos. 24 - Esta será llevada a la asamblea, y sobre sus hijos se hará investigación. 25 - Sus hijos no echarán raíces, sus ramas no darán frutos. 26 - Dejará un recuerdo que será maldito, y su oprobio no se borrará. 27 - Y reconocerán los que queden que nada vale más que el temor del Señor, nada más dulce que atender a los mandatos del Señor.
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