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| Capítulo 4: 1 - A mí que soy vuestro padre escuchadme, hijos, y obrad así para salvaros. 2 - Pues el Señor glorifica al padre en los hijos, y afirma el derecho de la madre sobre su prole. 3 - Quien honra a su padre expía sus pecados; 4 - como el que atesora es quien da gloria a su madre. 5 - Quien honra a su padre recibirá contento de sus hijos, y en el día de su oración será escuchado. 6 - Quien da gloria al padre vivirá largos días, obedece al Señor quien da sosiego a su madre: 7 - como a su Señor sirve a los que le engendraron. 8 - En obra y palabra honra a tu padre, para que te alcance su bendición. 9 - Pues la bendición del padre afianza la casa de los hijos, y la maldición de la madre destruye los cimientos. 10 - No te gloríes en la deshonra de tu padre, que la deshonra de tu padre no es gloria para ti. 11 - Pues la gloria del hombre procede de la honra de su padre, y baldón de los hijos es la madre en desdoro. 12 - Hijo, cuida de tu padre en su vejez, y en su vida no le causes tristeza. 13 - Aunque haya perdido la cabeza, sé indulgente, no le desprecies en la plenitud de tu vigor. 14 - Pues el servicio hecho al padre no quedará en olvido, será para ti restauración en lugar de tus pecados. 15 - El día de tu tribulación se acordará El de ti; como hielo en buen tiempo, se disolverán tus pecados. 16 - Como blasfemo es el que abandona a su padre, maldito del Señor quien irrita a su madre. 17 - Haz, hijo, tus obras con dulzura, así serás amado por el acepto a Dios. 18 - Cuanto más grande seas, más debes humillarte, y ante el Señor hallarás gracia. 19 - Son muchos los hombres altivos y gloriosos, pero el Señor revela sus secretos a los humildes. 20 - Pues grande es el poderío del Señor, y por los humildes es glorificado. 21 - No busques lo que te sobrepasa, ni lo que excede tus fuerzas trates de escrutar. 22 - Lo que se te encomienda, eso medita, que no te es menester lo que está oculto. 23 - En lo que excede a tus obras no te fatigues, pues más de lo que alcanza la inteligencia humana se te ha mostrado ya. 24 - Que a muchos descaminaron sus prejuicios, una falsa ilusión extravió sus pensamientos. 25 - Si no tienes pupilas, te faltará la luz; si careces de ciencia, no afirmes nada. 26 - El corazón obstinado en mal acaba, y el que ama el peligro caerá en él. 27 - El corazón obstinado se carga de fatigas, el pecador acumula pecado tras pecado. 28 - Para la adversidad del orgulloso no hay remedio, pues la planta del mal ha echado en él raíces. 29 - El corazón del prudente medita los enigmas. Un oído que le escuche es el anhelo del sabio. 30 - El agua apaga el fuego llameante, la limosna perdona los pecados. 31 - Quien con favor responde prepara el porvenir, el día de su caída encontrará un apoyo.
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